martes, 27 de febrero de 2018

La moralidad en el Francmason


La moral se ocupa de la práctica del bien y la bondad social, aspectos que están íntimamente relacionados con el carácter de los individuos, de quienes se demanda una vida cimentada en el respeto por si mismos y los individuos que componen su entorno – familiar y social en general-.

Dependiendo del ámbito en el que tiene lugar el comportamiento humano, la moral puede clasificarse en particular –o privada-, íntima – o familiar- y social – o pública-; pero para efectos del presente escrito, me ocuparé de la última.

La moral social se encamina al perfeccionamiento de las costumbres humanas, haciendo posible la convivencia entre los diferentes individuos que componente el tráfico social. Guiado por una moralidad universal los individuos descubren y apliquen los deberes que surgen de las relaciones que tiene con sus semejantes.

Impresion, Sol naciente.
Claude Monet
Museo Marmottan, París

Los francmasones somos conscientes de tener una serie de deberes individuales y sociales y nuestro ingreso a la logia acentúa esos deberes para un grupo de individuos a quienes en adelantes llamamos hermanos, y no se limita a aquellas personas con las que nos encontramos cada cierto período, sino que abarca a todos aquellos que comparten el interés por el progreso de la humanidad.

Siendo así, la moral debe ser una constante en la vida del francmasón, Pero ¿Cómo podría la moralidad tornarse en una práctica? Un comportamiento se juzga como aceptable desde el punto de vista moral, de cara a la contribución que genera para el mantenimiento de la estabilidad de la estructura social.

Sin embargo, el término estabilidad no debe comprenderse como el mantenimiento del statu quo, ni la preservación de costumbres y prácticas anquilosadas; todo lo contrario, la moral social demanda de los individuos una actitud crítica para determinar cuáles prácticas y roles sociales se encuentran revaluados, de suerte tal, que pueda transformar la realidad social en la que participa. Dicho de otro modo, para el francmasón surge un deber adicional y es el de evaluar la realidad social para mejorarla o intervenirla; ello porque entiende que el mundo es un conjunto de personalidades, sociedades y culturas, del que es el primer eslabón y por lo mismo debe estar comprometido con su renovación.

A la hora de determinar de que una costumbre en particular debe ser modificada o mejorar, puede caerse en el subjetivismo del que Hegel criticaba a Kant cuando este se refería a la moral, el francmasón debe utilizar criterios orientadores que no son otros que la justicia y la razón. Las reflexiones no deben reducirse a los espacios de los trabajos.



Es mi palabra,



JMR

Apr.·. Mas.·.

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