miércoles, 8 de noviembre de 2017

UN ACERCAMIENTO A LA IDEA DE PODER

“Después del poder, nada hay tan excelso como saber tener dominio de su uso”. (Jean Paul Richter).

La historia de la humanidad se ha visto marcada por incesantes luchas que han tenido como objetivo el desarrollo de diversos movimientos de índole religiosa, política y económica, en concordancia con las características particulares de cada contexto, todas ellas asociadas con el elemento central del presente Tr:.; las relaciones de poder no son exclusivas de los seres humanos, el reino animal nos brinda innumerables ejemplos de luchas enfocadas en la búsqueda de este escurridizo objetivo, la mayoría de estas, asociadas al concepto de supervivencia, bien sea del individuo o de la especie.
El ser humano, cuyas características particulares le dotan de la capacidad única en el reino animal de crear realidades imaginadas, ha enriquecido el concepto de poder a partir del uso de diferentes herramientas prácticas y simbólicas que le han permitido cimentar sociedades enteras a partir de la creación de referentes comunes, tales como los mitos fundacionales, los cuales son ingredientes necesarios para garantizar la cooperación de un gran número de personas alrededor de un fin particular, extendido al conglomerado social, estos mitos fundacionales usualmente hacen uso de mecanismos que estimulan emociones como amor, anhelo, angustia o miedo, los cuales son en sí, insumos esenciales para garantizar el control sobre las masas.
David y Goliat
Miguel Angel
Boveda Capilla Sixtina, Ciudad del Vaticano.

La inevitable incertidumbre ligada a la existencia humana, sumada a una marcada obsesión frente a lo que el porvenir depara, son el punto de partida para la aparición de los mitos mencionados anteriormente, los cuales tienen como característica central el sacrificio moral o de sangre realizado por un individuo o grupo de personas, a quienes en su mayoría se les atribuyen características de divinidad, hecho que marca el inicio irrefutable de movimientos culturales, o dicho de otra forma productos de la invención humana; en algunos casos, el mito fundacional suele ser relacionado con leyes naturales, bajo el argumento de su inmutabilidad. La Mas:. al ser un producto cultural, es a su vez el resultado de la apropiación de mitos fundacionales que obedecen a lo anteriormente descrito. En relación con el anterior postulado, el escritor e historiador israelí Yuval Noah Harari manifiesta lo siguiente:

“¿Cómo se hace para que la gente crea en un orden imaginado como el cristianismo, la democracia o el capitalismo? En primer lugar, no admitiendo nunca que el orden es imaginado. Siempre se insiste en que el orden que sostiene la sociedad es una realidad objetiva creada por los grandes dioses o por las leyes de la naturaleza. Las personas son distintas, no porque lo dijera Hamurabi, sino porque lo decretaron Enlil y Marduk. Las personas son iguales, no porque lo dijera Thomas Jefferson, sino porque Dios los creó así. Los mercados libres son el mejor sistema económico, no porque lo dijera Adam Smith, sino porque estas son las inmutables leyes de la naturaleza.

También se educa de manera concienzuda a la gente. Desde que nacen, se les recuerda constantemente los principios del orden imaginado, que se incorporan a todas y cada una de las cosas. Se incorporan a los cuentos de hadas, a los dramas, los cuadros, las canciones, a la etiqueta, la propaganda política, la arquitectura, las recetas y las modas”.

Lo anterior nos permite hallar una relación directa entre los conceptos de poder e ideología, cuyo sentido etimológico es el de “ciencia de las ideas”, el cual tiene un enfoque profundo hacia la búsqueda de conocimiento científico que permita garantizar la búsqueda de la razón; sin embargo dicho significado ha sido objeto de transformaciones que lo han desfigurado, convirtiéndolo en una herramienta de manipulación que sirve a los intereses de grupos encaminados hacia la búsqueda del poder, los cuales tienen como última prioridad el conocimiento resultante de verdades sustentadas por la razón, de hecho en muchos casos es evidente que el absurdo es un elemento fundamental de la ideología de la posmodernidad. Al respecto Bauman manifiesta: 

“Al conocimiento distorsionado, concebido dentro de una perspectiva cognitiva limitada, Mannheim le dio el nombre de “ideología” (estableciendo un paralelo semántico con la distinción que Lukács había hecho entre “clase de conciencia” y “conciencia de clase”). El drama se representaba en el teatro de la cognición, donde la ideología se alzaba frente a la verdad como su peor enemiga. Como la diferencia entre verdad y distorsión o falsedad corría paralelamente a la diferencia entre totalidad y parcialidad, la verdad ha sido identificada, por definición, con la no pertenencia y el no compromiso: lo no ideológico puede ser solamente un conocimiento aislado, no ligado a ninguno de los puntos de vista cognitivos socialmente diferenciados. El verdadero conocimiento de la realidad social debe ser un conocimiento imparcial y antiparticular y, por lo tanto, sólo puede ser el trabajo de una categoría de gente capaz de ponerse en cualquiera de las posiciones cognitivas, precisamente por no pertenecer a ninguna clase, grupo nacional o religioso en particular; de un grupo cuyos miembros han salido de todos los otros grupos, por lo cual no están confinados ni deben lealtad a ninguno; de una categoría que encarna el desafío a toda particularidad por estar al margen de todos los grupos establecidos y que puede verlos a todos con cierta distancia, lo que la torna capaz de examinar todas las creencias concebidas desde diversas perspectivas cognitivas y poner en evidencia el carácter parcial, limitado y relativo de cada una de ellas”.


La coronación de Napoleón
Jacques-Louis David
Museo de Louvre, Paris

La exploración realizada durante el proceso de construcción del presente Tr:. me lleva a concebir el poder como el más imperfecto de los ideales humanos, teniendo en cuenta que es en sí un arma de doble filo, que se presenta como un medio para la concreción de expectativas particulares, cuya concepción no obedece a realidades objetivas, sino que por el contrario se encuentran cimentadas en una carga subjetiva inherente a la condición humana, que a su vez es protegida por los muros de un deseo insaciable, propio de un contexto en el que el consumo se ha extendido como imperativo categórico en todos los ámbitos de la vida.

El ideal Mas:. nos lleva profundizar constantemente en el manejo de Herr:. Sim:. que tienen como uno de sus objetivos conducir al Inic:. a llevar una relación más equilibrada con el poder, sin embargo, esta característica mantiene una condición utópica dada nuestra incapacidad para garantizar un pulimento total de la P:.B:. que nos simboliza, de ahí que al interior de nuestra Or:. Seamos también vulnerables a caer en el juego del poder, incluso cuando somos conscientes de su naturaleza simbólica, llegando incluso a abusar de él tanto en nuestra condición Prof:. Como Mas:., yendo en contra de los preceptos de nuestra formación y de las obligaciones adquiridas al momento de nuestra Inic:.. Ante esta innegable realidad, el compromiso colectivo asumido con el progreso de la humanidad y el cumplimiento de nuestros principios fundantes, debería enfocar los esfuerzos del Tr:. en Log:. con la liberación de concepciones ideológicas y filosóficas basadas en lógicas excluyentes, de esta forma acercarnos al ideal que encarna el protagonista de nuestro mito fundacional.

Para cerrar quiero dejar a manera de reflexión una frase del Barón de Holbach en la que asegura que “El poder absoluto fue y será siempre la causa de la decadencia y de las desgracias de los pueblos, que tarde o temprano llegan a padecer los mismos reyes”.

Es mi palabra.
CAAH
M:.M:.

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